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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine inglés ha hecho de las adaptaciones literarias casi todo un género y en él habría que añadir también las teatrales, como es el caso de 'La versión Browning', escrita en un sólo acto por Terence Rattigan, que ya fue llevada al cine en 1951, dirigida por Anthony Asquith, protagonizada por Michael Redgrave, por cuyo trabajo obtuvo el premio de interpretación masculina ese año en el Festival de cine de Cannes.
Esta nueva versión también se presentó en el Festival de Cannes, como la primera, con la que guarda bastante paralelismo, ya que como aquella ha sido dirigida por un buen artesano del cine británico, Mike Figgis, y la figura principal sigue siendo un gran actor, de lo mejor que existe en estos momentos en la escena y la cinematografía inglesa, Albert Finney, que ha venido a sustituir a los grandes como Laurence Olivier o Richard Burton.
Pocas variaciones hay con aquella otra versión, salvo el que ha sido actualizada en el tiempo en que transcurre la acción, lo cual pasa un poco desapercibido, pero no a la hora de analizar su contenido, ya que posiblemente este tipo de colegios haya sido igualmente modernizado y la crítica a una clase social que tal vez era más abundante hace treinta años que ahora.
Es la historia de un balance, la hora en que Andrew Crocker-Harris, un brillante y severo profesor de lenguas clásicas en un colegio público de Oxford, que ha fracasado en su empeño por entusiasmar a sus alumnos por el latín y el griego, que a duras penas lo consigue en algunos de ellos, es obligado a dejar su puesto y ha de marcharse del colegio donde ha impuesto una disciplina férrea, hasta ganarse el apelativo del "Hitler del quinto curso".
Este fracaso corre paralelo con el de su matrimonio con Laura, por lo que el balance es doble, profesional y sentimental.
De esa forma recibe el desprecio en el aula e igual en el hogar.
Es también el análisis de una soledad, el valor de la educación y la capacidad del ser humano para captar el valor de las cosas.
Mike Figgis, el director de títulos como 'Lunes tormentoso' (1988), 'Asuntos sucios' (1990) o 'Mr. Jones' (1993), echa mano de los sentimientos y la sutileza para construir la película, pero no olvida llevar a cabo una buena ambientación, un ritmo pausado, dar libertad a los actores, y obtener así una soberbia interpretación de Albert Finney en el solitario, melancólico y duro profesor, bien seguido de Greta Scacchi en el papel de la joven esposa, sexualmente insatisfecha, pero socialmente conformista, de Matthew Modine en el atractivo profesor americano de física, o de Julien Sands que viene a acabar con las lenguas clásicas y supone el fin de una civilización.
Una buena fotografía de Jean-François Robin y la música de Mark Isham, arropan este correcto film.
Premio de los críticos de Boston al mejor actor Albert Finney.
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