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CRITICA
Por: PACO CASADO
La acción transcurre en la década de los años cincuenta, concretamente en el verano de 1958, en el seno de una sociedad rural cuyo desarrollo se maneja por un código machista, con el fondo de una guerra civil, en la que los personajes femeninos se sienten maniatados, enmarcados en unos bellos paisajes.
Layla es una joven esposa y madre de Charles, un niño de siete años, que pasan el verano en un pequeño y tranquilo pueblo situado en el valle entre las remotas montañas del Líbano en el que conviven personas libanesas de religiones cristiana y musulmana, aunque no siempre se llevan bien, sobre todo cuando difieren acerca de la presencia norteamericana en las cercanías del lugar.
Al mismo tiempo llega al hotel del pueblo una pareja francesa compuesta por Hélèn y René, respectivamente madre e hijo, de edad adulta, que llaman la atención al pequeño Charles.
La presencia de René hace saltar la mala relación existente entre Layla y su marido, Boutros, al enamorarse ambos los cuales se ven a escondidas.
Este nuevo amor le abre los ojos a Layla ante su condición de esposa sojuzgada en una sociedad patriarcal como en la que vive.
Layla, que fue casada con un hombre de buena posición, al que no ama, tiene dos hermanas, Eva, la mediana, acepta que los padres le busquen pareja, todo lo contrario de la menor, Nada, que se ha enamorado en secreto de un chico musulmán en contra de las creencias cristianas de la familia.
Pero este no es todo el tema argumental, que se ve adornado por la problemática casamentera de las dos hermanas menores de Layla, que se habitual en esos países, lo que original más de una acción dramática en esta historia.
El guion, escrito por el director Carlos Chahine, de 63 años, con la colaboración de Tristan Benoît, resulta un tanto confuso al entremezclar todos los asuntos del argumento, como los descritos, junto con el tema político presente en la zona en esos momentos.
Hay una figura entre todos los intérpretes que es la del niño de siete años, Charles, que de alguna manera hace de elemento unidor que nos lleva de un momento del argumento a otro, personaje que se hace sumamente simpático en la interpretación que lleva a cabo el pequeño Antoine Merheb Tarb.
A su lado destaca la guapa actriz Marilyne Maaman como su madre, junto a Pierre Rochefort, hijo del actor francés de igual apellido, que forman la pareja de amantes clandestinos que nos ofrecen algunos momentos románticos dentro de este drama.
La dirección corre a cargo del debutante Carlos Chahine, un libanés refugiado en Francia desde los años 80 en los que trabajaba como actor, que no logra poner demasiado en claro todo el drama, que no obstante sale adelante con cierto ritmo con el que impulsa la puesta en escena.
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