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CRITICA
Por: PACO CASADO
A finales de los años 40 y comienzos de los 50 se llevó a cabo la renovación del musical norteamericano con películas como 'Un día en Nueva York' (1949), 'Cantando bajo la lluvia' (1952) o ésta que comentamos, a cargo de nombres de directores como los de Stanley Donen, Gene Kelly o Vincent Minnelli.
La idea fundamental era que la danza se integrara en la acción dramática sin separación entre ambas.
Aquí se narra la historia de Jerry Mulligan un bohemio pintor norteamericano que lucha por abrirse camino que vive en París desde que terminó la Segunda Guerra Mundial.
Todavía no ha conseguido vender un solo cuadro, pero ahora le ha salido un mecenas: Milo Roberts, una hermosa mujer con muchos millones, dueña de una gran fortuna que ha ganado fabricando bronceadores y es toda una especialista en amparar a aquellos artistas que están empezando.
Jerry Mulligan tiene la suerte de ser uno de ellos.
Pero en su vida habrá pronto otra mujer, Lise Bouvier, empleada en una perfumería, de la que Jerry se ha enamorado perdidamente que a su vez es una joven bailarina.
La elección de ésta recayó en Leslie Caron a la que Gene Kelly había visto bailando en el teatro de los Campos Elíseos que sustituyó a la inicialmente prevista Cyd Charise por estar en esos momentos embarazada.
George Guetary era un cantante desconocido que fue contratado para reemplazar a Maurice Chevalier o a Yves Montand que no podían hacerlo debido a otros compromisos ya adquiridos.
'Un americano en París' (1951) es una de las mejores y más populares comedias musicales de todos los tiempos en la que junto con la espléndida música de George e Ira Gershwin, brilla la elegante realización de Vincent Minnelli y la extraordinaria simpatía de su protagonista, Gene Kelly, un excelente bailarín y magnífico actor al que sirve de pareja en este caso una jovencísima Leslie Caron.
Era una época en la que los productores estaban por encima del director cuya responsabilidad de este terminaba una vez concluido el rodaje y el material quedaba en manos del productor que era el amo de la obra.
El film, a pesar del paso del tiempo, sigue conservando el encanto de entonces, con ballets realmente apoteósicos y muy conseguidos como el paso a dos en las orillas del Sena entre Gene Kelly y Leslie Caron, actriz ésta que hacía su debut en el cine, o el extraordinario número final del sueño de Gene Kelly ante un amor que creía perdido, de 16 minutos de duración, posiblemente el más largo de la historia, con decorados inspirados en pintores impresionistas franceses del siglo XIX como Renoir, Toulouse-Lautrec, Utrillo y Duffy entre otros.
El toque de Vincent Minnelli en la dirección es magnífica, con su habitual sentido del ritmo y se nota también en esa maravillosa paleta de colores que maneja con maestría singular, así como los formidables números musicales de George Gershwin en los que mezcla el jazz y la música sinfónica con gran influencia de músicos como Stravinski, Ravel y hasta Falla con una coreografía bellísima y diferente de lo habitual en el cine musical creada por Gene Kelly, para conseguir una comedia musical, obra maestra de todos los tiempos.
Ganó 6 Oscar: película, guion, fotografía, dirección artística, banda sonora y vestuario. Globo de oro al mejor musical. Premios WGA, DGA y NBR.
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