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CRITICA
Por: PACO CASADO
El exagente de policía Spenser regresa a los bajos fondos de Boston cuando destapa la conspiración causante de un asesinato muy mediático.
Spenser era un simple agente de policía de la ciudad de Boston que un día atacó con violencia a su propio jefe, John Boylan (con razón) porque descubrió que no estaba haciendo su trabajo investigando un asesinato.
Le cayeron cinco años de cárcel y el día antes de salir unos matones le atacan pretendiendo darles una paliza que le sirviera de mensaje de lo que le espera fuera.
Su amigo Henry, dueño de un gimnasio de boxeo, va a recogerlo a la salida de prisión y lo aloja en su casa donde encuentra a Hawk, que al principio no le cae bien pero terminan siendo muy buenos amigos.
Ese mismo día de su liberación de la cárcel resulta asesinado su jefe, el capitán John Boylan, y él está el primero en la lista de sospechosos, pero tiene una coartada.
Al ocurrir la muerte de otro policía, Terence Graham, que deja viuda y un hijo pequeño, al que se le carga el crimen, a los que Spenser conocía, decide por su cuenta investigar el asesinato aunque ahora no tiene placa de policía y está sacándose el carnet para conducir traylers de gran tonelaje y marcharse a Arizona para comenzar una nueva vida.
Todo esto ocurre tan solo en los primeros minutos de este interesante thryler, género del que hacía tiempo que no veíamos un argumento tan bien hilado.
Está basado libremente en la novela Wonderland escrita a cuatro manos por el periodista Ace Atkins y Robert B. Parker, de la que ya se había hecho la serie televisiva 'Spenser, detective privado' (1985), que se han encargado de convertido en guion, también a cuatro manos, Sean O'Keefe y el famoso Brian Helgeland, a quien se le deben entre otros los de L. A. Confidential (1997), de Curtis Hanson y Mystic River (2003), de Clint Eastwood, que resultaron ser dos formidables películas, igualmente basadas en sendas novelas de James Ellroy y Dennis Lehane, respectivamente, mientras que su compañero firmante del mismo es el novato Sean O'Keefe que debuta en estas lides.
Aunque su argumento no difiere de otros muchos en los que se delata, una vez más, la corrupción policial sobre el tráfico de droga y lo que hacen con la que decomisan para después emplear el dinero sucio en negocios productivos legales, para lo que no tienen reparos en asesinar quitando de enmedio a aquellos que les estorban para llevar a cabo sus corruptos planes, dejando atrás a pobres viudas e hijos huérfanos.
Lo interesante de este trabajo es lo bien estructurado que está llevando perfectamente las distintas líneas de la investigación para terminar coincidiendo en el punto final.
Hay algunos giros que tal vez sean más o menos previsibles y algún momento convencional, pero realmente no afectan al desarrollo argumental de la trama, en la que se dosifica perfectamente los momentos de acción que animan puntualmente el desarrollo de la misma para que no decaiga el interés del espectador en ningún tramo de la misma.
En el capítulo interpretativo destaca el buen trabajo de Mark Wahlberg, así como el aplomo y la veteranía de Alan Arkin, poniendo la guinda femenina en este caso Iliza Shlesinger en el papel de Cissy Davis la aguerrida novia de Spenser.
La dirección corre a cargo de Peter Berg, actor de más de medio centenar de títulos y casi otros tantos producidos por él, sobre todo series de televisión, que un día se pasó a dirigir en lo que lleva más de una treintena de films que debutó con el interesante Very Bad Things (1998) y de los que destacan entre otros Hancock (2008), El único superviviente (2013) y más recientemente Día de Patriotas (2016), que sin ser un director notable pero es lo que podríamos decir un buen artesano capaz de llevar a cabo con corrección un trabajo con éste, posiblemente el mejor que le conocemos.
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