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CRITICA
Por: PACO CASADO
El problema de la bebida es algo que siempre ha preocupado grandemente a la sociedad americana y eso ha quedado múltiples veces reflejado en el cine, desde la famosa ley seca hasta todos los problemas que arrastra el alcohol en la sociedad y especialmente en la pareja.
Títulos tan ilustres como 'Días de vino y rosas' (1962), 'Mañana lloraré' (1955), 'Días sin huella' (1945), se podrían citar como ilustración de lo dicho.
Así ocurre en este caso en que una pareja compuesta por Alice y Michael Green, ella es consejera de estudios en una escuela superior y él es piloto, están felizmente casados y criando dos preciosas niñas.
Sin embargo, tras esta apacible imagen, se esconde un terrible secreto: ella es alcohólica y tienen problemas cuando resucita un maldito día la antigua costumbre de beber.
Su marido intenta hacer frente a la situación, pero ella echa así a perder su matrimonio dedicándose a tomar fuertes bebidas como el whisky o el wodka.
El director mexicano Luis Mandoki es amante del melodrama y lo hizo bien con su película 'Gaby, una historia verdadera' (1987) y continuó con 'Pasión sin barreras' (1990), de forma discreta, aunque se estrellara en el remake de 'Nacida ayer' (1993).
Aquí de nuevo vuelve al melodrama para contar esta historia que cautivó a un gran número de espectadores con este título que toma su nombre de la famosa canción del mismo nombre que suena en su banda sonora y que tan bien canta Percy Sledge.
La historia no tiene una progresión dramática demasiado bien estructurada, por lo que a veces falla el ritmo o recurre a repetir situaciones provocando que se haga un poco larga.
Otras se apoya demasiado en los actores, a la espera de que a cada uno le toque hacer su número en el momento adecuado y oportuno.
Confía en la belleza y simpatía de Meg Ryan para que el espectador se apiade de ella y de la situación en que cae y arrastra a su familia.
La actriz rompió su imagen de reina de la comedia romántica con su aplaudida interpretación dramática en este film que analiza las tensiones internas de esta familia con una madre alcohólica.
Cuando no está ella en escena Andy García se siente perdido sin su apoyo, que es quien le da la réplica masculina.
La cinta supone el debut cinematográfico de Tina Majorino y de Mae Whitman que encarnan a las dos niñas del matrimonio.
Una buena banda sonora de fondo que ambienta las situaciones más dramáticas y varias canciones conocidas de fondo dan carácter a este melodrama acomodaticio, que se deja ver sin mucho esfuerzo y si no se le pide demasiado, ni más de lo que promete, que no es mucho y bastante previsible.
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