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INFORMACIÓN
Titulo original: Les Visiteurs: La Révolution
Año Producción: 2016
Nacionalidad: Francia
Duración: 110 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 12 años
Género: Comedia
Director: Jean-Marie Poiré
Guión: Christian Clavier, Jean-Marie Poiré
Fotografía: Stéphane Le Parc
Música: Eric Levi
FECHAS DE ESTRENO
España: 2 Septiembre 2016
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
A Contracorriente


SINOPSIS


Godofredo y el bribón de Delcojón se encuentran atrapados en los diferentes corredores del tiempo lo que hace que a través de los mismos lleguen hasta la Revolución Francesa. Allí se encontrarán con que los descendientes de Delcojón se han apropiado de un castillo y despojado de sus bienes a los descendientes del conde...


INTÉRPRETES

CHRISTIAN CLAVIER, JEAN RENÓ, FRANCK DUBOST, KARIN VIARD, SYLVIE TESTUD, MARIE-ANNE CHAZEL, ARY ABITTAN, ALEX LUTZ, FRÉDÉRIQUE BEL, LORÁN DEUTSCH

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NOTAS DE JEAN MARIE POIRÉ...
   Todo comenzó en un avión con Christian Clavier. Fue una chispa, un deseo. Estábamos hablando de proyectos, temas, distintas cosas… Y entonces, repentinamente, nos preguntamos: ¿no seríamos capaces de pergeñar una idea lo suficientemente interesante y divertida como para hacer otra secuela de 'Los Visitantes ¡no nacieron ayer!' Las franquicias siempre han tenido un interés comercial, pero realizar una secuela con el único objetivo de atraer público no es interesante desde la perspectiva artística. Para que funcione, se necesita un auténtico impulso, y una idea que lo sustente.
  Desde luego, el elemento decisivo estaba en los actores. Christian y Jean no son únicamente inmensamente populares, cada uno a su manera, sino también una pareja genuinamente cinematográfica a quienes el público gusta ver. Nos preguntamos si el hecho de que aparecieran algo envejecidos acaso desconcertaría a los espectadores. Y entonces comenzamos a preguntarnos qué ocurre cuando viajas a través de esos pasillos del tiempo evocados en 'Los Visitantes regresan por el túnel del tiempo'. Puede resultar complejo, pues estar estancado en el tiempo no deja de tener sus desventajas, dado que envejeces prematuramente. Eso añadía un sentido de urgencia a la historia: si los Visitantes se quedan mucho en los pasillos del tiempo, perecerán.
  Entonces volvimos a pensar en lo esencial del tema: ¿que nos entretuvo, qué entretendría al público, y particularmente, de qué modo esta secuela renovaría el género? Era crucial narrar una historia nueva, y en un mundo que no conocíamos.
  Lo que aquí se hace interesante estriba en que están en un mundo del que lo desconocen todo. Obviamente, conocen la Edad Media, y allí están como en casa; finalmente, se acomodan al siglo XX, pero el siglo XVIII empieza muy mal para ellos porque se ven en prisión. Eso es totalmente nuevo para ellos, un mundo impregnado de revolución, un mundo que está aboliendo las jerarquías sociales, un mundo donde las batallas y el peligro no tienen fin. Pensamos que sería un entorno fascinante.
  Durante la Revolución, el Reino del Terror fue un periodo especial, sin duda el más dramático, el más espectacular, y el más propicio al suspense y al peligro. ¿Quiénes son 'Los Visitantes'? Una pareja, el señor y su lacayo, que es un siervo, un esclavo. Por supuesto, la Revolución puso fin a la esclavitud y a la servidumbre, y pensamos que sería fascinante ver a la gente vivir a través de relaciones sociales fundamentales en este momento de convulsiones sociales, en que los roles sociales estaban siendo invertidos, cuando los esclavos se hicieron con el poder.
  También pudimos abordar una cuestión esencial planteada en las dos entregas anteriores: ¿cuándo fue que el Castillo de Montmirail fue a parar a la familia de Jacquouille? Recordemos que en la primera película Jacquart es el propietario del castillo, y la descendiente de los Montmirail, Béatrice, vive en una casa pequeña y encantadora. Nunca mencionamos cuándo cambió el castillo de manos, y creímos que podía ser interesante mostrar el periodo en que efectivamente ocurrió: la Revolución Francesa.
  He de decir que éste es uno de los más extraordinarios repartos con que haya trabajado nunca. Hoy hay actores por doquier de cada generación. Hay esta idea de pasar el testigo a la siguiente generación. En ‘Papi’ en la resistencia, Clavier era el joven, y Jacqueline Maillan, Michel Galabru, y Jean-Claude Brily representaban la generación previa. Era muy  divertido. Cuando realicé Twist again à Moscou, con Clavier y Philippe Noiret, eso mismo también se hacía fascinante. En cierta medida, eso implica distintos estilos de interpretación, y otorga a los personajes gran variedad. En Los Visitantes, particularmente, donde la historia  pasa de una generación a la siguiente, creo que es divertido comprobar que eso se reflejaba en el reparto. Ésta es una película sobre linaje, ¡tanto en la pantalla como en la vida real!
  Hacer películas significa tener una visión de las cosas, y realmente no he cambiado, porque todavía me gusta el humor, tanto como siempre. Me encanta hacer el tonto, ver a distancia la historia… y todavía es el caso. El resto viene con la experiencia. No me preocupa afrontar la dirección de una película de esta amplitud. Los filmes son un poco como los niños: los quieres todos, y a veces incluso aquéllos que no resultan tan bien. Obviamente, éste es un caso particular porque es el único film que ya ha tenido una secuela. Se trata de una tercera entrega, pero está justificada porque es una cinta generacional. Es una película con un tema apasionante que se podría hacer una y otra vez, cada vez llevando a nuestros personajes a otro periodo. Siento por 'Los Visitantes ¡no nacieron ayer!' mucho afecto; me lo pasé bomba haciéndola. Para mí, encontrarme con esos personajes otra vez era algo muy emocional. Durante las primeras sesiones de maquillaje y de vestuario en los estudios de París, cuando súbitamente vi llegar a Jacquouille y Godefroy, tuve la impresión de reencontrarme con viejos amigos. Fue muy emotivo.
  ¿Habrá más entregas de 'Los Visitantes'? Es muy posible, porque el desenlace de este film es un tanto abierto, pero de nuevo deberíamos tener un argumento que ¡valiera la pena! Christian y yo hemos invertido mucho tiempo en la escritura de Los Visitantes la lían, porque buscábamos un modo de que el proyecto existiera como film independiente, en sí mismo. Y es cierto, de hecho se puede ver Los Visitantes la lían sin haber visto las dos anteriores, y creo que es una película muy original si la comparamos con las otras dos. Nos transporta a un universo muy distinto.

NOTAS DE CHRISTIAN CLAVIER...
  El deseo de hacer esta película fue súbito, sencillamente quise trabajar con Jean-Marie Poiré de nuevo. Compartíamos un deseo común de escribir una película juntos, y lógicamente pensamos en una secuela de 'Los Visitantes regresan por el túnel del tiempo', en cuyo desenlace los dos héroes, presos del tiempo, se ven atrapados en tiempos de la Revolución Francesa. Obviamente, no podía tratarse de una simple secuela con el mismo tipo de escenas rodadas de distinto modo. Por otro lado, lo que nos interesaba era el Reino del Terror, el momento más oscuro de la Revolución, cuando los franceses se enfrentaron brutalmente los unos a los otros.
  La primera escena que se me ocurrió fue la cena con Robespierre, y la búsqueda de un nuevo nombre para Jacquouille. Nos partimos de risa, y desde ahí delineé todos los personajes. Dimos con una idea atractiva y comenzamos a escribirla.
  Pronto tuvimos una primera versión, y escribimos unos pocos borradores más. Buscábamos un tercer personaje que aportara algo nuevo, un nuevo argumento, desde luego, pero también diversos papeles para más actores que no tan sólo los dos principales.
  El problema de las secuelas es que a menudo se hacen tan sólo por motivos comerciales. Aquí tenemos nuevas aventuras para Godefroy y  Jacquouille, pero no se trata del mismo tipo de secuela que hubiéramos podido hacer hace veinte años, aprovechando el éxito de la primera película. Teníamos un deseo auténtico y un buen argumento.
  La Revolución Francesa es un momento trascendental de la historia francesa, un momento en que la sociedad queda patas arriba. Los pobres toman el poder, y los poderosos devienen vulnerables, comienzan a darse cuenta de que su poder no les es propio por designio divino. Las cartas se barajan de otro modo. Es tiempo de oportunidades. Está naciendo un mundo nuevo. La naturaleza de las relaciones entre los sexos, la vida privada de las parejas, evolucionan. Y lo mismo la relación entre jefes y trabajadores, entre propietarios y todos los demás. Todo andaba revuelto. Los revolucionarios, pese a su vertiente sangrienta, también eran visionarios. Hicieron una historia extraordinaria, y cambiaron la faz de Europa y del mundo. En ese contexto, situar un señor y su lacayo como personajes, el segundo súbitamente haciendo demandas, obviamente se hace interesante para con el linaje y la historia de Francia. Nuestra intención original era ver lo que ocurre cuando te ves confrontado a tu archirecontratatarabuelo, dependiendo de que éste fuera un revolucionario importante o un noble refugiado. Es fascinante. Somos un país con historia. Los franceses adoran la historia, y yo también, pues nos enseña mucho sobre el presente.
  La Revolución es el nacimiento de nuestra República. Connota toda la cuestión del laicismo. El crimen por blasfemia fue abolido en 1789, nuestro argumento se torna una cuestión candente ¡súbitamente!
  En 'Los Visitantes la lían', estamos interesados en nuestros dos héroes y sus descendientes. Los descendientes de Jacquouille están a punto de confiscar un castillo de los descendientes de Godefroy. Los Montmirail, que fueron nobles medievales, gente particularmente violenta, guerreros y protectores de sus pueblos, han devenido cortesanos irresponsables, decadentes e incapaces de defender nada. Por el contrario, los descendientes de Jacquouille se han hecho revolucionarios, comenzaron a querer posesiones, a dirigir, como resulta frecuente con las revoluciones. Un grupo reemplaza al otro, con todo lo injusto que haya en ello. ¡Y jugamos con eso en la película! La historia de Francia es una increíble serie de actos tan inconstantes como opuestos: los franceses están bastante divididos entre sí. No cabe duda de que es una gran cualidad, porque las contradicciones ¡hacen a la gente creativa! Creo que esa época es una condensación de todo lo que va a pasar a lo largo de las próximas dos centurias, hasta hoy.
  Siempre he sido un actor de grupo, desde los días de la compañía de café-teatro Le Splendid. A mi modo de ver, no hay nada mejor que compartir. Se hace fascinante combinar a actores y actrices de substratos distintos y formaciones distintas en un mismo film para narrar una historia sobre Francia. Philippe de Chauveron me enseñó eso en Dios mío, pero ¿qué te hemos hecho?, y tuve una cata de ello en Les profs, con su mezcla de generaciones… Quería reproducir eso y multiplicarlo ad infinitum. Conseguimos a Karin Viard, Franck Dubosc, Alex Lutz, Sylvie Testud, Christian Hecq, Jean-Luc Couchard, Ary Abittan, algunos extraordinarios actores belgas, y algunos chicos muy jóvenes, como Stéphanie Crayencour. Y con ellos, Jean, Marie-Anne, y yo mismo, ¡los pilares de la película! Me recordó ‘Papi’ en la resistencia, excepto que entonces nosotros éramos los jóvenes, frente a Jacqueline Maillan, Michel Galabru, Jean Carmet, Julien Guiomar, Jacques François… Creo que es un pase del testigo muy interesante. Y todos acudimos con esta misma idea, que sugiere que el placer que nosotros experimentamos al hacerla, y el que ellos tuvieron al venir, probablemente es el mismo del público.
  No escribimos con este o aquel actor en mente, sólo queríamos ofrecer unos papeles auténticos. Christian Hecq (Marat) vino para dos días, y obtuvo un papel muy importante. Lo mismo vale para Nicolas Vaude, quien encarna a  Robespierre, y para todo el Comité Central de Salud Pública, con Cyril Lecomte, Lorànt Deutsch… ¡Teníamos un amplio espectro del cine francés!
  Mi personaje, Jacquouille, es un superviviente. Se las arregla para escapar en el último minuto. Teme el ambiente exterior. Proviene de un mundo muy duro con él, y al tiempo tiene una dimensión infantil que se traduce en una curiosidad ilimitada. En situaciones peligrosas, se asusta, aun actuando intrépidamente. Todo ello le hace un personaje original. 
  Jacquouille ya ha descubierto la República y el mundo moderno, así que regresa al tiempo de la Revolución con una manera de ver que es la de nuestra época. Ha comprendido algunos principios que le permiten apreciar el mundo moderno. Se hará algo más astuto que antes, pero le dividen algunos sentimientos contradictorios. Tiene su propio modo de comprender todas las eras por las que ha atravesado.
  En el primer film, Jacquart, uno de los descendientes de Jacquouille, era el propietario del castillo: para sorpresa de Jacquouille y gran contrariedad de Godefroy, dado que éste no puede entender por qué no posee el castillo su propio descendiente, que vive con un vagabundo. Ahora, un descendiente de  Jacquouille reclama el castillo: Jacquouillet vive con la hermana de Robespierre, Charlotte, interpretada por Sylvie Testud. Ella es un personaje variopinto, pero políticamente está con el agua al cuello ya que permanecer cerca de Robespierre no es ninguna ganga. De hecho, era muy peligroso en la época: el Comité Central de Salud Pública estaba cortando cabezas, y Marat pedía más de ellas cada día en los artículos que escribía.
  Jacquouillet se parece a Jacquouille sin parecerse a él, como es el caso para muchos de nuestros personajes, gracias a los remarcables efectos especiales de Emmanuel Pitois. Odio las historias acerca de dobles. Siempre quise crear personajes nuevos en las películas de Los Visitantes. Sus físicos deben cambiar, y para ello necesitamos confiar en los efectos especiales. También se trata de un film mágico para el público general, incluidos los niños… una película fantástica. Hay esa dimensión mágica, ingenua. Está el argumento, las situaciones curiosas, la interpretación, y entonces, la fantasía: los efectos especiales, el viaje en el tiempo… Estar atrapados en una era durante tanto tiempo… lo pasan mal intentando recuperar sus cuerpos, que se están deteriorando. Se hallan en gran peligro a diversos niveles, así que también es un film de aventuras.
  Para un actor, interpretar a dos personajes tan radicalmente distintos en un mismo día es muy excitante: no llevan el mismo vestuario, y no es la misma época. No son en absoluto los mismos personajes, ni tienen la misma mentalidad. ¡Es fascinante! Puede sonar rudo, pero se necesita un poco de flexibilidad divertida, y una sinceridad que permite convertirte en uno u otro muy rápidamente. Creo que las ropas hacen al hombre: cuando te pones un vestido, te metes en el personaje.
  'Los Visitantes' ocupan por completo un lugar especial en mi carrera. Ha sido mi mayor éxito. La película transformó mi carrera, mi status como actor. Facilitó grandemente poder obtener financiación para películas, escribirlas, abrió un mundo de oportunidades. Jacquouille ¡me ha dado mucho!
  La  fuerza motriz es el deseo. Somos artistas, no hay resorte mecánico para realizar una película como ésta. Nunca calculas. No creo que los artistas, actores, guionistas, o directores reaccionen si no es por instinto, por el placer de hacer algo. Y gracias a ello, tenemos la oportunidad de ser creativos y de desafiar los retos. Si piensas demasiado, nunca haces nada. Cuando Depardieu me ofreció la miniserie Napoleón, me recordó que sólo había hecho unos planos como Thénardier en la miniserie de Los miserables, “¿quieres hacer de Napoleón?.” Me lo pensé treinta segundos y dije que sí. Así son los retos en la vida de un artista, al menos es como yo los siento, y así es como he funcionado siempre: por instinto. Siempre se puede pedir todo.

NOTAS DE JEAN RENO...
  Estoy aquí por un gran papel en un relato nuevo, innovador, un relato con actores y actrices de la nueva generación, un relato que acontece durante el Reino del Terror, por tanto en un momento muy intenso de la historia.
  Jean-Marie Poiré y yo revivimos nuestra vieja complicidad. Y con  Christian regresamos al instante a nuestra vieja camaradería y alquimia. Las situaciones eran nuevas, pero la relación era la misma, así que todo volvió fluidamente, de inmediato. Rodar con Jean-Marie resulta bastante sencillo porque tiene la trama, sabe a dónde nos ha de llevar, el lugar, el ritmo, el tono. Es bastante sencillo.
  La Revolución Francesa ha dejado su marca en el mundo. Es como El discurso del método: hay momentos como esos en la historia de Francia que cambian el mundo; obviamente, se trató de un momento crítico muy importante en la historia de Francia. Estuvo lleno de giros, y nos fue a favor para la comedia y las carcajadas.
  En esta nueva historia, mi lacayo, Jacquouille, se ha hecho más listo, o en cualquier caso mas sabio que antes. Sabe muchas cosas ahora, lo que quiere decir que ya no puedo manipularle como solía. Lo que le digo puede ser cierto, pero ahora le resulta difícil creerme porque ha adquirido otro tipo de conocimientos, se ha acostumbrado a las cosas modernas: grifos en el baño, por ejemplo, agua corriente fría y caliente, interruptores de la luz, incluso automóviles, por lo que lamenta aquellos tiempos. Es un incordio, porque tengo problemas para convencerle de que siga con nuestro viaje en el tiempo.
  Mi personaje, Godefroy, está muy consternado porque la gente cuestiona la nobleza, a él, que tiene el derecho sobre la vida y la muerte de sus siervos. Está estupefacto cuando esos tipos con pluma en el sombrero ¡quieren cortarle la cabeza! Es un shock que aterroriza a Godefroy.
  Esta película reúne a actores de todas las procedencias y edades. Vienen del teatro, del cine francés y belga, algunos son jóvenes, otros menos… ¡Es fantástico! Quise expresarles lo feliz que me sentía. La historia pedía a gritos ese tipo de diversidad. Exigía sangre nueva, distinta, para el drama y la comedia. Esa diversidad es un  gozo… fue una idea maravillosa del guión reunir a Sylvie Testud y a Karin Viard. Es imposible citar a todos. Fue un gozo y un honor. Y lo digo muy sinceramente.
 

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