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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras cerrar la sección Málaga Premier, del Festival de cine español de Málaga 2015, llega a las carteleras comerciales la película catalana 'Sonata para violonchelo', de la directora tarraconense Anna María Bofarull que debuta en el largometraje con este drama.
Julia es una reconocida violonchelista que vive entregada por completo a su música. Atractiva y elegante, Julia no deja pasar la ocasión de una buena cena con sus amigos o del sexo esporádico junto a algún joven amante. Sin embargo, algo inesperado la obligará a replantear su vida a largo plazo.
Después de varios años de esporádicos dolores en diferentes partes del cuerpo, recibe definitivamente un diagnóstico: fibromialgia, enfermedad crónica sin causa conocida.
Julia intentará seguir con su vida: largas horas de estudio, viajes, ensayos y giras por diferentes ciudades europeas, reuniones con amigos y sexo con un joven estudiante al que le da clases.
Con el paso de los días, la lucha de Julia por seguir tocando el violonchelo se convertirá en un combate con su propio cuerpo.
Se trata del primer largometraje de ficción de la directora Anna María Bofarull que cuenta una historia de voluntad, de pasiones, de límites y de adicciones.
Es el relato de una lucha entre la pasión y la constancia y el progresivo deterioro físico producido tanto en el cuerpo como en el alma de una artista que pone su vida en peligro al poner por delante el amor por la música para la que es algo más que unas notas que habitan en su interior.
La directora, gran amante del cine, experimenta una gran atracción por el proceso de la creación en el que combina experiencia con algo que hace al artista diferente y con este film aborda ese mundo fascinante de la creación desde el punto de vista de la protagonista mezclado con la enfermedad, que también padece su madre de donde ha sacado su experiencia personal para escribir el guion, con momentos dramáticos muy duros, que se rodó en cinco semana y en muchos lugares distintos.
El guion mezcla la enfermedad con la condición de artista de la protagonista, pero es una mera excusa en la que no profundiza, como tampoco lo hace en la problemática familiar de Julia, su relación con su hija, con su padre, con su madre paralítica que ha quedado muda, con su ex-marido, todo queda en algo muy gris, que se limita a unas pinceladas acerca de los dolores que experimenta la violonchelista y a las relaciones sexuales con su alumno o comerciales con el personaje de su representante que hace Juanjo Puigcorbé en un papel un tanto desaprovechado por las pocas apariciones que tiene a lo largo del argumento.
Está bastante bien la interpretación de Montse Germán, muy creíble en las breves interpretaciones que hace con el instrumento, que tuvo que aprenderse las partituras de Gerard Pastor para dar realismo a su papel.
La dirección de Anna María Bofarull la vemos muy funcional y poco creativa en este aspecto como igual flojea, como hemos apuntado, en el guion.
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